Los químicos continuaron investigando los ingredientes activos de las plantas medicinales a lo largo de los siglos XVM y XIX, e identificaron numerosas sustancias como la cafeína, la quinina, la morfina, la atropina, etc., todas las cuales tienen papeles válidos e importantes que jugar, aunque esta búsqueda de los principios activos aislados de las plantas estaba ya alejándonos del uso de las substancias íntegras naturales.
Esto no significó, por supuesto, que los aceites esenciales dejaran de utilizarse, pues muchos permanecieron en las farmacopeas hasta bien entrados en el siglo presente, y un número más pequeño puede aún encontrarse en el uso farmacéutico general de nuestros días (lavanda, menta y mirra, por ejemplo).
Esto no significó, por supuesto, que los aceites esenciales dejaran de utilizarse, pues muchos permanecieron en las farmacopeas hasta bien entrados en el siglo presente, y un número más pequeño puede aún encontrarse en el uso farmacéutico general de nuestros días (lavanda, menta y mirra, por ejemplo).
Gradualmente, sin embargo, comenzaron a ser suplantadas por drogas sintéticas, derivadas en su mayor parte del alquitrán, especialmente en la segunda mitad del presente siglo, con los desastrosos resultados que todos conocemos.